Arruncharse en los brazos de Morfeo con el hábito de la siesta no solo es un placer culposo, sino una estrategia para tener un cerebro más sano y longevo.

Para los bebés, la siesta es esencial, pero, como siempre, el sistema educativo, el trabajo de oficina y esas demoras por el tráfico vehicular han venido cercenando ese hábito. A pesar de todo, en las zonas rurales y las ciudades pequeñas, la costumbre sigue viva. Allí, una buena siesta es casi un derecho humano inalienable.

Los investigadores aseguran que dormir mal daña el cerebro y con el tiempo puede provocar inflamación y lesionar las conexiones entre las células cerebrales. “Dormir la siesta con regularidad podría proteger contra la neurodegeneración al compensar el sueño deficiente”. afirma la doctora Valentina Paz de la University College of London UCL.

Los resultados, publicados en la revista Sleep Health, mostraron que quienes disfrutan de este descanso vespertino tienen un cerebro más grande, de unos 15 centímetros cúbicos más. Y para los más curiosos, eso representa entre 2,6 y 6,5 años menos de envejecimiento cerebral.

La Dra Sara Spires-Jones, profesora de la Universidad de Edimburgo y miembro de la Asociación Británica de Neurociencia apuntó que los resultados del estudios indican la importancia de dormir para la salud del cerebro y refuerza la importancia de la siesta.

Según dio a conocer el blog de la Fundación Española del Corazón la siesta trae las siguientes ventajas:

  1. Previene las cardiopatías: Al reducir el estrés en un 37% y disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Durante el sueño, se libera la hormona del crecimiento que contrarresta el cortisol, fortalece el sistema inmunológico, reduce el estrés y la ansiedad, ayuda a la reparación muscular, y favorece la pérdida de peso. ¡Dormir la siesta puede ser su nueva dieta!
  2. Facilita el aprendizaje: Estudios de la Universidad de Berkeley concluye que quienes duermen siesta se desempeñan mejor en las jornadas de la tarde y aumentan en un diez por ciento su capacidad de aprendizaje. Adicionalmente durante el sueño, los recuerdos recientes pasan del hipocampo al neocórtex, donde se consolidan como memorias a largo plazo, situación muy importante para las personas de edad avanzada.
  3. Estimula la creatividad: La Universidad de George Town comprobó que la siesta estimula el hemisferio derecho, que se asocia con la creatividad. Si alguna vez pensó que dormir te robaba ideas, ¡se equivocó!
  4. Facilita resolver problemas: El Dr Robert Stickgold, profesor de Psiquiatría de la escuela de medicina de Harvard, concluyo que cuando las personas alcanzan la fase REM del sueño, ganan tiempo realizando conexiones entre ideas.
  5. Mejora los reflejos: En la NASA en un estudio con 747 pilotos, se demostró que aquellos que dormían una siesta diaria de 26 minutos cometían un 34% menos errores en el trabajo y duplicaban sus niveles de alerta.
  6. Favorece la abstracción: Estudios sobre las expresiones faciales de niños de 15 meses al escuchar frases que ya habían oído se compara con los niños que hacían siesta, los cuales adicionalmente, reconocieron una oración y su relación con otras frases. Esta situación está relacionado con el aprendizaje abstracto, ayuda a detectar patrones con nueva información.
  7. Fomenta la positivismo: Otro estudio de Berkeley indica que las personas que hacen siesta tienen una mayor receptividad a las expresiones de felicidad, lo que contrasta con quienes no duermen siesta que tienden a manifestar más ira y miedo.

También mejora el estado de ánimo con la producción de serotonina que es un neurotransmisor que regula el sueño, el apetito y el estado de ánimo.

Importante mencionar que los científicos, al igual que los experimentados en hacer la siesta, afirman que para el mejor aprovechamiento de una buena siesta, recomiendan que sean cortas, de 10 a 20 minutos, para evitar la sensación de aturdimiento después.

En resumen, hay que reaprender a hacer la siesta con el mismo rigor de los españoles, de los habitantes del Caribe y de esos cálidos climas tropicales, donde las personas de todas las edades se abrazan a Morfeo en las hamacas y se pierden deliciosamente en la siesta con pijama y todo. Así, el cerebro se “resetea”, se renuevan las energías y se retoma la vida con tranquilidad y, lo más importante, con la alegría que los acerca más a la felicidad.

Artículo publicado originalmente en La República


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