Por Ramiro Santa on Jueves, 15 May 2025
Categoría: Nuestras Voces

Contra-revolución al vacío

La corriente filosófica del nihilismo sostiene que la vida carece de sentido o valor inherente. Proviene del latín nihil, que significa "nada". Los nihilistas creen que no existen verdades absolutas ni objetivos universales que den sentido a la existencia humana.

Hoy en día, es común interactuar con personas que muestran una gran inconformidad y confusión, y lo que es aún más grave, contra todas las personas que no comparten sus ideas. En su ausencia de valores universales, han convertido la ideología en un sustituto espiritual, llevándola a niveles de dogma. El agravante es que han perdido la confianza en todos, y su único propósito parece ser servir a una idea.

Son personas mediocres que trabajan en instituciones, profesores pendencieros en la academia y empleados públicos oscuros; aquellos que no creen en nada porque, en su comprensión de una existencia sin propósito, se han sentido profundamente heridos.

Han perdido el sentido de lo importante y han dejado de confiar, por lo que sus decisiones y acciones se traducen en destruirlo todo, pues todo carece de sentido. Esos infelices no son monstruos, son personas rotas que buscan afirmación en el caos. Quieren que todo arda, tal como ellos arden por dentro.

Las ideas, cuando se convierten en dioses, destruyen al hombre, pues cuando se arranca a Dios y los principios del corazón, lo que queda no es libertad, sino confusión. Al carecer de un marco de referencia, al no creer en nada excepto en la fuerza y la ideología, se convierten en orates desquiciados. No porque sean malvados por naturaleza, sino porque han perdido el alma al intentar ser solamente ellos mismos, expulsando el amor, la compasión y la fe. Lo que queda es violencia con justificación ideológica.

En la novela Los Demonios del escritor ruso Fiódor Dostoyevski (1872), se realiza una crítica al nihilismo y a los movimientos revolucionarios radicales en Rusia. La obra retrata cómo las ideas radicales pueden llevar al caos y la destrucción social. Habla de revolución y de justicia, pero es incapaz de amar, y sin amor nos advierte que incluso la verdad se convierte en un arma.

En Los Demonios se señala que el verdadero peligro no está afuera, está adentro. No son las ideas las que destruyen al hombre, sino cuando el hombre deja de ser humano al servir a la idea. Esto sigue siendo relevante hoy: cada época tiene sus demonios, algunos se disfrazan de justicia, de libertad, otros de igualdad. ¿Les suena familiar?

Trayendo lo planteado a nuestros días es claro que lo estamos viviendo por estos días:

  1. Una manipulación ideológica: Algunos caudillos actuales distorsionan ideologías para consolidar poder o justificar acciones autoritarias. Utilizan ideales revolucionarios para justificar actos de violencia, como lo hace el personaje Verjovenski.
  2. Vacío moral: Refleja a individuos en posiciones de poder que, careciendo de convicciones éticas, se vuelven susceptibles a influencias extremas o toman decisiones perjudiciales para la sociedad. La figura de Stavroguin ilustra esto perfectamente.
  3. Desinformación y control: La novela muestra cómo la propagación de ideas radicales sin fundamento puede desestabilizar la sociedad, un fenómeno observable hoy en la difusión de información y noticias falsas desde altos niveles que afectan la cohesión social.
  4. En un mundo donde las ideologías se han convertido en sustitutos de la espiritualidad y la moral, es urgente recordar que la verdadera revolución comienza en el corazón humano. No necesitamos más doctrinas que prometan utopías inalcanzables, sino líderes que, con humildad y compasión, nos guíen hacia una sociedad más justa y solidaria.

Como advirtió Dostoievski, el peligro no reside únicamente en las ideas radicales, sino en la pérdida de nuestra humanidad al servir ciegamente a esas ideas. Cada época tiene sus demonios; lo estamos sufriendo.

Es momento de encender nuestra luz de la empatía, hacer acciones para reconstruir los lazos sociales y devolverle el alma y el poder a nuestras instituciones. Solo así podremos sanar las heridas del nihilismo y evitar que el caos y los caudillos sigan convirtiéndose en nuestra nueva normalidad. 

Artículo publicado originalmente en La República


La opinión expresada en esta entrada de blog es de exclusiva responsabilidad de su autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Pacto Global Red Colombia.

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