Hemos hallado un texto que consideramos comentar de Lince Mayor del 1 de septiembre pasado donde advierte que “el coeficiente intelectual medio de la población mundial, que desde la postguerra hasta finales de los años 90 siempre había aumentado, en los últimos veinte años está disminuyendo”.

Recordemos que el coeficiente intelectual (CI) es una puntuación que resulta de pruebas estandarizadas que miden las habilidades cognitivas de una persona en relación con otras de la misma edad y que evalúan aspectos como la capacidad de resolver problemas, entender conceptos y pensar lógicamente. El CI sirve como un indicador del desarrollo intelectual general, pero no es la única medida de inteligencia.

La autora del texto, que ha motivado esta columna, informa que varias pueden ser las causas de la disminución del CI. Una de ellas, el empobrecimiento del lenguaje y arguye que varios estudios demuestran la disminución del conocimiento del léxico y el empobrecimiento de las lenguas lo que trae una reducción del vocabulario utilizado, y de la elaboración de un pensamiento más evolucionado. Señala particularmente esto: “la desaparición gradual de los tiempos (Subjuntivo, imperfecto, formas compuestas del futuro, participio pasado, etc) da lugar a un pensamiento casi siempre en el presente, limitado en el momento: incapaz de proyecciones en el tiempo”.

Para la autora, menos palabras y menos verbos conjugados, implica menos capacidad para expresar emociones y, sobre todo, menos posibilidades de elaborar pensamientos. De hecho, ella sostiene que “una gran parte de la violencia que hay, viene directamente de la incapacidad de expresar lo que se siente a través de las palabras. Así, menos palabras significan menos posibilidades de formar un pensamiento. Cuanto más pobre es el lenguaje, más desaparece el pensamiento”.

Nos llama la atención que también concluye: “Si no existe un buen manejo de las palabras, tampoco existirán pensamientos que les permitan a la gente darse cuenta de si son engañados o no”. Ahora que es notoria la manera como los gobiernos mienten, porque afirman cosas que no tienen lógicas, ni sentido común y los populachos apoyan absurdamente, es urgente rescatar la inteligencia.

Hoy queremos escribir corto, hablar poco, tratarnos lo mínimo posible; prevalece la imagen sobre el sentido; queremos carreras profesionales y posgrados cortos; poco texto y más resúmenes. ¡Ya no tenemos maestros o docentes, sino conferencistas!

Quienes afirman la necesidad de simplificar la ortografía, ignorar los errores de ortografía, abolir los géneros, los tiempos, todo lo que les parece “complejo”, solo empobrecen la mente. Necesitamos rescatar la inteligencia y de paso a la humanidad.

Artículo publicado originalmente en Diario del Huila

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