En muchos círculos sociales y de modo particular en el educativo se está desarrollando una conversación muy interesante sobre el cuidado de las personas frente a circunstancias que evidencian que algo está roto o fraccionado. Muy interesante reflexión pero es necesario precisar ¿qué significa cuidar?.
Cuidar es la manera en la que sostenemos la vida. El cuidado son todas aquellas acciones que permiten que la vida se desarrolle; son ese conjunto de tareas que muchas veces ni siquiera percibimos, pero que significan un diferencial enorme en la vida de las personas. Son todas las tareas de sostén vital que requieren niños, jóvenes y adultos a lo largo de la existencia, especialmente esas que son de tipo emocional y que requieren ir más allá de “poner diligencia y atención”.
Si nos vamos al origen etimológico de la palabra cuidar, esta proviene del latín cogitare que significa pensar y, siendo así, esto lo relaciono con la tarea educativa de la cual todos somos responsables en un mundo que necesita ser reflexionado y discernido. Esta palabra nos revela una conexión intrínseca entre el cuidado y la actividad mental. El cuidado implica una reflexión previa, una consideración de las necesidades del otro o de la situación a la que se dirige la acción.
En el sistema educativo colombiano y en una visión mucho más amplia que abarca la realidad global se exige este dinamismo del cuidado con más firmeza. En otros momentos he hablado de un ecosistema educativo mucho más empático, es decir una conversación entre todos los actores como un acto de responsabilidad compartida frente al presente y al porvenir de la humanidad.
Debemos ser conscientes de dar el paso necesario en la construcción de un nuevo paradigma educativo, uno que recupere el sentido de lo humano en medio de la vertiginosa aceleración tecnológica, uno que entienda que innovar no es sinónimo de desarraigar, sino de reconectar, de rehumanizar.
La inteligencia artificial, la disrupción digital, la automatización, la globalización de los datos y de los algoritmos están reformulando las formas de aprender, enseñar, comunicar y vivir, pero nos preguntamos con seriedad: ¿esta transformación está poniendo en el centro el cuidado de las personas? Necesitamos ir más allá de lo que significa la tarea de acompañar el cambio tecnológico y abrirnos de modo decidido a una conversación que ponga sobre la mesa el imperativo ineludible de cuidar al ser humano, incluso en el centro del desarrollo tecnológico.
Pensemos el futuro, hagámoslo juntos, con corazón, lucidez y humanidad. Es posible construir una educación más humana, ética, consciente y más comprometida con el futuro de todos. Diseñemos y compartamos ese futuro porque es posible educar con tecnología sin perder el alma, acogiendo, empoderando y cuidando.
Artículo publicado originalmente en La República
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