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Pensamiento complejo y narrativas empresariales para la sostenibilidad

Pensamiento complejo y narrativas empresariales para la sostenibilidad

Cuando hablamos de sostenibilidad, solemos pensar en indicadores, certificaciones, reportes o innovaciones ambientales. Sin embargo, pocas veces se reconoce un aspecto fundamental: la narrativa. Y es allí donde muchas iniciativas se quedan cortas. Un ejemplo claro es la falta de adherencia social frente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Aunque su marco es sólido, no lograron convertirse en historias cercanas, capaces de integrarse en la vida cotidiana de las personas. Esa distancia narrativa explica, en gran medida, la debilidad de su apropiación cultural.

En el mundo empresarial ocurre algo similar: se habla de conexión con el cliente, de engagement, de ventas y de crecimiento. Todo eso importa, sí, pero el mercado no existe en el vacío: respira dentro de una sociedad. Y es precisamente en esa respiración compartida donde la sostenibilidad encuentra su verdadero campo de acción: no basta con métricas o alineaciones formales, se necesitan relatos que traduzcan los compromisos en experiencias significativas.

Es en esta conexión con las prácticas donde cobra relevancia la conversación sobre sostenibilidad, porque se insiste en la alineación con los objetivos del negocio, la coherencia en la dinámica de mercado y el engagement con la cadena de valor,  asuntos que en teoría parecen alcanzables, y quizá lo sea para las grandes corporaciones. Sin embargo, para muchas PYMES sigue siendo un asunto abstracto: se acercan al tema por accidente o curiosidad sin claridad sobre los beneficios, los costos o incluso la responsabilidad que les corresponde frente a los retos sociales.

Es justamente aquí donde el pensamiento complejo aporta un marco útil: nos recuerda que todo está interconectado —la empresa con su comunidad, los clientes con sus valores culturales, las marcas con la confianza social que las sostiene—. Esta visión que propone el pensamiento complejo está estrechamente ligada a la sostenibilidad porque ambas coinciden en que ninguna acción puede evaluarse de manera aislada. Cada decisión empresarial genera efectos económicos, sociales y ambientales que se retroalimentan. Así como la sostenibilidad busca gestionar de manera equilibrada estos asuntos para asegurar el futuro, el pensamiento complejo invita a mirar el todo, a reconocer interdependencias y a asumir responsabilidades más allá de lo inmediato. En este contexto, vender es necesario, pero no suficiente: las organizaciones que prosperan son las que comprenden que su narrativa no solo debe atraer consumidores, sino también contribuir a un tejido social estable.

Aquí es donde entra el Arkhé Narrativo. Este marco metodológico parte de una idea simple y poderosa: “Las historias nos hacen humanos”. No se trata de lanzar mensajes vacíos, sino de crear relatos que sean:

  • Moralmente digeribles, que transmitan confianza y valores claros.
  • Socialmente resonantes, que conecten con las comunidades donde operamos.
  • Emocionalmente eficaces, que generen vínculo y memoria en los públicos.

Los cinco pilares del Arkhé — Origen, Identidad, Conflicto, Visión y Rito de Paso — ofrecen a las empresas un mapa para diseñar historias que transforman. Y esa transformación es la clave: en un mercado saturado de mensajes superficiales, lo que diferencia a una marca es su capacidad de inspirar confianza colectiva y proyectar un futuro compartido.

Cuando una empresa adopta esta perspectiva, su comunicación deja de ser meramente transaccional. Se convierte en una narrativa estratégica que:

  • Fortalece el mercado, porque genera lealtad y reputación sostenible.
  • Refuerza la sociedad, porque promueve confianza, diálogo y cohesión.

La clave está en reconocer que el mercado y la sociedad son vasos comunicantes. El pensamiento complejo advierte que todo impacto es recíproco: lo que una empresa comunica no solo influye en sus clientes, sino que moldea percepciones sociales más amplias. De ahí la importancia de integrar ética, resonancia social y eficacia emocional en cada historia. En este sentido, Jonathan Gottschall señala en The Storytelling Animal que la ficción funciona como un “simulador de vuelo para la vida real”, un espacio donde la comunidad ensaya dilemas, peligros y decisiones sin exponerse directamente a sus consecuencias. Así, la narrativa cumple su principal función: mitigar riesgos morales o incluso mortales para el grupo que la produce y la comparte. Este elemento no es accesorio, sino un factor fundamental en la búsqueda del pensamiento complejo aplicado a la sostenibilidad: entender que las historias no solo venden o inspiran, sino que previenen, cohesionan y permiten a sociedades y gremios anticipar los impactos de sus elecciones. Por eso es esencial que cada evento, conferencia o foro que aborde la sostenibilidad integre también la práctica de compartir historias que mitiguen riesgos, fortaleciendo así la capacidad colectiva de aprender y proyectarse hacia futuros más responsables.

El reto empresarial hoy no es solo “¿cómo conecto con mi cliente?”, sino también:

  • ¿Qué historia cuento que aporte confianza colectiva?
  • ¿Cómo mi marca ayuda a estabilizar un entorno donde todos podamos crecer?

Porque en este mundo interdependiente, el mercado se sostiene sólo si la sociedad se sostiene. Y las narrativas que diseñamos son la materia prima de esa estabilidad: la base invisible sobre la cual se construye la confianza. Si esas historias son coherentes y socialmente resonantes  generan adherencia; si son vacías o contradictorias, erosionan el tejido social y con él la confianza del mercado. En tiempos de incertidumbre, los números cambian cada trimestre, pero las narrativas permanecen como puntos de referencia que reducen la volatilidad y anclan expectativas compartidas. Por eso, cada evento sobre sostenibilidad debería integrar prácticas narrativas de compartir historias, relatos y testimonios que permitan a los participantes más allá de conocer el referente, poder conectarlo con su actividad, anticipar riesgos, aprender de ellos y fortalecer la resiliencia colectiva.


La opinión expresada en esta entrada de blog es de exclusiva responsabilidad de su autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Pacto Global Red Colombia.

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Lunes, 15 Septiembre 2025