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Morirse está pasando de moda

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Los medicamentos contra el envejecimiento son difíciles de probar y producir, básicamente porque las autoridades aún no reconocen la vejez como una enfermedad. Lo cual es curioso, considerando que todos los días muere gente de ella. Esto implica serias dificultades para aprobar fármacos: hay pocos incentivos para que la academia, los científicos y las farmacéuticas inviertan en ensayos.

Una de las industrias más innovadoras y lucrativas del mundo es la cosmética y la anti-envejecimiento. En 2024, este sector movió 56.710 millones de dólares, y se estima que alcanzará la nada despreciable suma de 101.406 millones para 2034. La medicina, aunque tradicionalmente más asociada con la estética, está evolucionando hacia una comprensión más profunda del envejecimiento. Y, sobre todo, ha ayudado a entender que la prevención de muchas enfermedades está en los tratamientos anti-envejecimiento.

Como muchos grandes descubrimientos, este también fue fruto de una serendipia. Hace 30 años, el Dr. Michael Hall, biólogo molecular de la Universidad de Basilea, descubrió el rapamycin, un componente primordial en medicamentos contra el cáncer. Este fármaco inmunosupresor, muy utilizado en trasplantes de órganos, resultó ser también un actor clave en los procesos celulares del envejecimiento. La función del rapamycin es activar el proceso de las células para limpiar el tejido viejo y dañado y las proteínas que se acumulan en la célula en el proceso de envejecimiento.

En 2003, investigadores de la Universidad de Friburgo, notaron que bloquear la vía TOR en gusanos alargaba su vida entre un 20% y un 30%. Así que los científicos se animaron a probar con mamíferos más cercanos a los humanos. En 2009, científicos estadounidenses demostraron que el rapamycin prolongaba la vida de ratones: un 14% en hembras y un 9% en machos. (Swissinfo)

A pesar de la falta de pruebas en humanos, una creciente comunidad de entusiastas de la longevidad está dispuesta a apostar por el rapamycin. Al menos 20.000 personas en EE. UU. ingieren el fármaco en forma de píldora, y el número sigue aumentando, según una plataforma online de “early adopters” de rapamycin.

Algunos afirman haber observado beneficios leves que van desde la pérdida de peso hasta el alivio del dolor, según un artículo publicado en septiembre en el New York Times. “Anty-Anging Enthusiasts Are Taking a Pill to Extend Their Lives. Will It Work?”

El rapamycin no está suficientemente estudiada ni probada y en consecuencia no está exenta de riesgos. Bryan Johnson, destacado gurú de la longevidad y fundador del movimiento “Don’t Die” (No te mueras), anunció que abandonó el experimento tras cinco años de uso por culpa de efectos secundarios como: infecciones de tejidos blandos y taquicardias.

El gran reto ahora es obtener financiación para ensayos clínicos con medicamentos genéricos que podrían ayudar a combatir el envejecimiento. También es clave reunir datos confiables provenientes de quienes ya los consumen. Toda esa información debe estar al alcance de los investigadores para tomar decisiones serias. Porque, si quieren convencer a los gobiernos de invertir en fármacos anti-edad, necesitan más que ganas de vivir eternamente: necesitan evidencia, cifras y, por qué no, un poquito de ciencia con colágeno.

Al final, no se trata de vivir para siempre -aunque no suena mal-, sino de vivir mejor, con salud, determinación, energía para amar y tener vida propia… y ojalá con memoria suficiente para recordar los nombres de las personas, dónde dejamos las llaves … o el cargador del celular.

Artículo publicado originalmente en La República


La opinión expresada en esta entrada de blog es de exclusiva responsabilidad de su autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Pacto Global Red Colombia.

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Jueves, 29 May 2025