“Divinas y aladas”: la conservación y cuidado de las abejas en Bogotá

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El declive progresivo de estos insectos impacta el equilibrio ecológico y la alimentación en la capital de Colombia. ¿Cómo está respondiendo la ciudad a la disminución de estos polinizadores, causada por el uso excesivo de pesticidas y otras prácticas agrícolas?

Por: Sebastián Muñoz López

22 de mayo de 2024 La Organización de las Naciones Unidas ha designado el 20 de mayo como el Día Mundial de las Abejas, en reconocimiento al papel desempeñado por estos polinizadores, fundamentales para la producción de una amplia variedad de alimentos. Su labor garantiza la fertilización de numerosas plantas, sin la cual muchas de ellas no podrían reproducirse ni dar semillas. Estos insectos sociales, que habitan en colmenas, tienen la capacidad de formar extensas colonias, las cuales han sido aprovechadas por las sociedades humanas a lo largo de generaciones para obtener miel y cera. Esta estrecha relación ha dado lugar al desarrollo de la apicultura, una industria dedicada al cuidado y la crianza de estos artrópodos, así como a la utilización de sus productos derivados. Gracias a esto, Natalia Restrepo, Subdirectora de Cultura Ciudadana del Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal, llama a las abejas como “divinas y aladas”.

La Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos afirma que estos animales se componen de cerca de 20.000 especies descritas en siete familias reconocidas, con muchas más especies aún por describir. Estos insectos tienen la capacidad de transportar grandes cantidades de granos de polen en sus cuerpos peludos, tienen una dependencia de los recursos florales y una naturaleza semisocial, lo que es un conjunto que las convierte en polinizadoras profundamente efectivas.

Del mismo modo, el Ministerio de Ambiente asegura que aproximadamente 1.500 especies de abejas silvestres nativas habitan y revolotean por Colombia, lo que ubica al país entre los que cuentan con mayor cantidad de estos seres alados en Latinoamérica. Además, alrededor de 25.000 especies de plantas en todo el mundo dependen en las abejas para el transporte del polen necesario para su fecundación, lo que resalta la importancia crítica de estos insectos para la salud alimentaria y la agricultura del país. A pesar de tener cerebros diminutos, estos productores de miel realizan complejas funciones esenciales para la salud de la colmena, y tienen una jerarquía establecida, por ejemplo, dentro de las colmenas, las abejas se organizan en tres castas: las abejas obreras, la abeja reina y los zánganos.

No obstante, de forma reciente, se ha generado una disminución masiva en estos polinizadores, debido a las prácticas agrícolas negativas, incluyendo el uso indiscriminado de pesticidas en los cultivos. Rodrigo Vásquez, investigador de recursos genéticos y biotecnología animal en Agrosavia, ha dedicado su vida a analizar los procesos de desarrollo y producción en colmenas de abejas.
 
A raíz de las publicaciones en la entidad, Rodrigo Vásquez asegura que uno de los problemas principales que tiene la apicultura es el uso de los plaguicidas. “Este tipo de elementos, mal usados tanto por parte del productor agrícola y apícola han dejado bastantes muertes de estos seres alados por las intoxicaciones que se desarrollan en la actualidad”, explica.
El investigador afirma que, entre las soluciones, es necesario retirar del mercado ciertos productos debido a los graves problemas de intoxicación que causan. “Se está fomentando la comunicación entre agricultores y apicultores para que se informe sobre las fumigaciones programadas y así proteger las colmenas”, señala Rodrigo Vásquez.

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El bienestar de las abejas y sus colmenas

Andrea López, zootecnista y funcionaria del Instituto Colombiano Agropecuario, ha trabajado durante varias temporadas en el bienestar de las colmenas y el cuidado de las abejas. Este año, se dedica a la especie Apis mellifera, enfocándose en su cuidado y protección. López menciona que, desde la entidad, se aplican las cinco libertades del bienestar animal (libertad de hambre, de miedo, de incomodidades físicas, de dolor, y libertad para expresar comportamientos naturales) para evaluar la situación de las abejas y su entorno. También se consideran aspectos como la alimentación, el resguardo y el manejo sanitario preventivo para garantizar que estos seres alados puedan desempeñar sus funciones adecuadamente.

“La disminución de estos artrópodos afecta significativamente al ecosistema del país, porque pone en riesgo la seguridad y soberanía alimentaria del país. La gente no dimensiona el gran trabajo polinizador que hace la apis melifera en los alimentos que consumen todos los días”, explica Andrea López.

Por su parte, Edgar Eduardo Dimaté Moreno, médico veterinario y contratista del Instituto de Protección y Bienestar Animal, forma parte del equipo de Filantrópicos, dedicado al cuidado de las abejas. Él advierte que las prácticas de fumigación en los cultivos han tenido un impacto devastador en las poblaciones de abejas comunes y nativas. En consecuencia, es crucial considerar medidas de precaución durante las fumigaciones y abordar el deterioro de varias especies que habitan en diversas regiones del país.

La creciente preocupación por el bienestar de estas polinizadoras ha llevado al Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal, en colaboración con los Bomberos de Bogotá, a establecer la primera clínica especializada en el cuidado de estos insectos en la ciudad. Esta iniciativa tiene como objetivo principal la recuperación y fortalecimiento de enjambres y colmenas. La clínica cuenta con un equipo multidisciplinario de expertos, que incluye médicos veterinarios, biólogos y zootecnistas, quienes trabajan de la mano con otros especialistas locales. Su labor conjunta garantiza un manejo adecuado en la recolección de enjambres comunes en áreas urbanas.

Este programa, único en su clase, se articula en cuatro ejes principales. El primero se centra en la extracción y captura de enjambres en colaboración con el Cuerpo Oficial de Bomberos. El segundo eje abarca la atención, rehabilitación y conservación de las abejas, garantizando su bienestar en aspectos de nutrición, salud, comportamiento y estado mental, mediante un convenio con la Universidad Antonio Nariño (UAN). El tercer eje se enfoca en la creación de una red distrital protectora de abejas junto con la Red de Apicultores. Finalmente, el cuarto eje promueve la adopción de apiarios por parte de familias y apicultores que residen en las zonas rurales de Bogotá o en municipios cercanos, siempre que cuenten con las condiciones necesarias para su adecuado cuidado.

Entre los otros proyectos que han nacido en el país con el objetivo de cuidar las abejas, el Ministerio de Ambiente resalta la Iniciativa Colombiana de Polinizadores, liderada por el Ministerio de Ambiente, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, el Instituto Humboldt y la Universidad Nacional de Colombia, que se enfoca en fortalecer la gestión en torno al conocimiento de las abejas nativas y en valorar integralmente el servicio ecosistémico de la polinización.

En el año 2021, el Ministerio de Ambiente diseñó el plan de acción de esta iniciativa para definir acciones de conservación y uso sostenible en ecosistemas naturales y paisajes transformados.

Por su parte, el Ministerio de Agricultura, mediante la Ley 2193 de 2022, establece mecanismos para promover y desarrollar la apicultura en Colombia, con el fin de incentivar, fomentar y proteger esta actividad y sus complementos. Estos mecanismos, que deben ser implementados por el Gobierno Nacional en un plazo de un año, buscan fortalecer y proteger la apicultura en el país.

Por último, el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional también participa en esta estrategia mediante una línea de investigación en la ecología cognitiva de estos insectos. Su objetivo es obtener conocimiento para la conservación y manejo adecuado de estos insectos, así como promover su uso innovador en ecosistemas y agroecosistemas colombianos. Este enfoque busca mitigar las situaciones ambientales que impactan la salud y la población de las abejas.

Abejas y gastronomía colombiana: una relación poco explorada

Paulo Ramírez Infante es chef, docente y experto en cocina tradicional colombiana, además de ser un investigador gastronómico. En su juventud, incursionó en la apicultura, descubriendo en las abejas un tesoro culinario invaluable para la comida colombiana. Destaca que muchos desconocen que estas criaturas no solo producen miel, sino también polen, jalea real, cera de abeja y otros elementos fundamentales.

El chef señala que la disminución de abejas afecta la polinización, lo que repercute en la producción de cultivos esenciales para la seguridad alimentaria del país, como la papa, frutas y tubérculos. Esta merma en la polinización y producción de alimentos puede incidir en los precios, encareciendo productos básicos como la papa y obligando a buscar alternativas.

Ramírez enfatiza que la reducción de abejas impacta directamente su labor, ya que aumenta los costos de los alimentos y de la producción culinaria. Esto, a su vez, lleva a un alza en los precios finales de los platos en los restaurantes, lo que puede desincentivar a las personas a consumir en estos establecimientos.

Del mismo modo, la cría de abejas ofrece oportunidades para la diversificación de ingresos con bajos costos iniciales, a través de productos como miel, polen, cera, propóleo, jalea real y servicios de polinización. La Biblioteca Nacional de Estados Unidos asegura que la polinización por abejas es fundamental para la producción de alimentos, y su importancia es cada vez más reconocida debido a la creciente demanda de servicios de polinización, que supera la oferta. Esto también va de la mano con el hecho de que los sistemas agrícolas son cada vez menos diversos y más dependientes de los polinizadores.

El cuidado de estas criaturas aladas suscita un creciente interés, especialmente debido a las repercusiones económicas, ambientales y alimentarias que acarrearía su descuido. Los expertos señalan que los días dedicados a su reconocimiento deberían ser aprovechados como oportunidades educativas y pedagógicas para mejorar las técnicas de cuidado, preservación y reproducción de las abejas.

Fuente: EL ESPECTADOR