OCTUBRE 2025
TURISMO SOSTENIBLE, LA APUESTA ACTUAL
Nota: Este escrito corresponde en gran parte al texto que la Dirección Ejecutiva envió como colaboración a El Metropolitano de Bucaramanga a finales de septiembre de 2025
¡Llegó la semana de receso en los colegios y universidades, ¿a dónde nos vamos?!¡Estoy aburrido de la rutina, vámonos de vacaciones a cambiar de ambiente, ya sea clima, historia, peregrinaje religioso, ejercicios físicos, aventuras, entre otras opciones! ¡Necesito reunirme con un cliente en otra ciudad para cerrar un negocio! y otras muchas más. Todas ellas suelen ser afirmaciones comunes, cual causa motiva, para programar una salida hacia otro sitio, independientemente si se trata en el mismo lugar donde habitamos o en otra región, cercana o lejana, nacional o internacional.
Podría ser la génesis de la aproximación personal para hacer turismo. No sobra recordar que el turismo es una actividad económica que incluye tanto la provisión de bienes y servicios prestados por otras personas para que un grupo determinado pueda desplazarse fuera de su residencia. Los motivos pueden ser el ocio, aprendizaje, negocios, encuentros familiares, entre otros.
Entonces surge una pregunta más amplia. ¿Cuál tipo de turismo escojo? En primer lugar, hay que tener en cuenta que la sostenibilidad, como eje del comportamiento individual, organizacional o empresarial, es su acción diaria donde la totalidad de sus estrategias, políticas, planes, programas y actividades tienen que integrar armónicamente las dimensiones económica, social y ambiental, bajo la sombrilla del respeto profundo por los Derechos Humanos y con la integridad y transparencia en su relación con los diferentes grupos de interés. En ese contexto, cualquier actividad turística debe cumplir con estos factores. Por lo tanto, a riesgo de parecer alejado de la realidad, bajo esa premisa todo turismo debería ser sostenible.
Ahora bien, y mirando cómo acaecen las acciones turísticas, como actividad económica, el sector turístico responde positivamente creando gran cantidad de puestos de trabajo tanto directos como indirectos, tales como hoteles, restaurantes, transporte, guías, agencias de viajes, actividades especializadas, entre otros.
Igualmente genera recursos importantes que se ven reflejados, cuando el país o la región es un gran destino de interés, en una mejora sustancial de la economía, no solamente a través del componente eminentemente local sino en la generación de divisas, sobre todo en la recepción de personas que provienen del exterior.
También la cadena de valor turística es amplia ya que involucra diferentes sectores productivos como el agrícola, a través de la oferta gastronómica; igualmente, la construcción de infraestructura; el desarrollo de cadenas de transporte; la provisión de servicios públicos y conectividad; la oferta de entretenimiento, cultura, historia, religión, comunidades, entre otras. Por tanto, hay un flujo continuo de recursos a muchos renglones económicos, favoreciendo el desarrollo regional consolidando las empresas existentes y promoviendo los emprendimientos, en micro, pequeñas y medianas empresas, principalmente de índole local.
Todo esto es dable en cualquier clase de turismo. Y entonces ¿dónde queda el turismo sostenible? Hemos dicho antes, que todo turismo tiene que ser sostenible.
Sin embargo, no hay que olvidar que como toda actividad humana genera impactos tanto positivos como negativos. Y el turismo no es la excepción. De hecho, continuamente en los medios de comunicación, redes sociales y diálogos ciudadanos, aparecen quejas acerca del comportamiento de los turistas. Incluso algunos llegan a decir que es la "nueva horda del siglo XXI".
En consecuencia, debe haber un tránsito del denominado turismo de siempre hacia un turismo sostenible, que exige una mayor responsabilidad y compromiso tanto de quien ofrece el servicio como de quien lo recibe. Esto no se logra de la noche a la mañana, e implica una acción cultural potente, que a partir de las ventajas comparativas, geográficas, climáticas, históricas, étnicas, económicas, religiosas y entretenimiento, entre otras, se logre una verdadera transformación.
Es claro que sin cambio de cultura de quienes participan del sector no es posible lograrlo. Un factor esencial es la sensibilidad por el otro, reflejada en la amabilidad y empatía para lograr una atención real: es decir sentirse como en casa. De nada vale ser los mejores en todas las actividades si la experiencia es amarga y termina siendo una frustración. Por supuesto, esto implica un proceso complejo y que toma tiempo. Sin embargo, para ofertar un adecuado destino como atractivo, la realidad, según las encuestas de satisfacción, privilegian de manera relevante la simpatía y calidad del servicio prestado, empezando por la atención, y como consecuencia creando confianza, respeto por el otro, tolerancia y credibilidad en lo que se hace. En fin, una sociedad virtuosa con legitimidad.
En términos ambientales, respondiendo cada vez más a la necesidad de preservar los ecosistemas y ser amigables con el hábitat, los establecimientos turísticos deben tener programas serios de uso eficiente de recursos, especialmente energía, agua y una adecuada gestión de los residuos sólidos, así como arquitectura bioclimática, mobiliario con materiales reciclados, movilidad sostenible como bicicletas, autos eléctricos; senderos para recreación pasiva, para mencionar unos cuantos. El uso de fuentes renovables de energía no convencionales; manejo de compostaje; reúso del agua, entre otros elementos forman parte del catálogo de opciones que los empresarios turísticos tienen que abocar con premura. Aquí cabe también recordar que el turismo urbano también es sostenible, quizá no desde la concepción de un turismo "verde" pero si desde una apuesta cultural, histórica, arquitectónica y citadina, igualmente importante.
También los turistas tienen su cuota parte en este proceso, motivando a ejercer acciones de movilidad sostenible, consumo responsable, cultura de respeto sin estridencia en sus actuaciones, entre otras. Por supuesto las autoridades locales deben favorecer e incentivar el establecimiento de una infraestructura de bienes y servicios resilientes que respondan de manera racional a las exigencias del turista y de la comunidad. No se trata de tener grupos separados, dueños de los hoteles, posadas, restaurantes, transportes, por mencionar algunos, por un lado; por el otro, los turistas receptores de esos servicios y finalmente, la comunidad y los ecosistemas cercanos receptores de los impactos tanto positivos como negativos. Hay que ver este triángulo de manera integral, sin prevalencia de uno u otro, sino como un sistema armónico que apunta al mejor resultado posible.
Es claro que la comunidad tampoco es un agente pasivo; todo lo contrario, responde de manera activa al proceso turístico. Abusar del turista es un pésimo negocio, cobrando cifras absurdas por alojamientos, comidas, transporte; igualmente generando ambientes inseguros propensos a la violencia, la explotación sexual, situaciones de narcotráfico y adicción, que en nada contribuyen a un clima social positivo. En otras palabras, el turismo no puede ser visto como una maldición, sino como una excelente opción para el desarrollo sostenible. Por eso integrar a la comunidad local es vital para un turismo sostenible; con trabajo digno, salarios justos, formalización empresarial, capacitación en diferentes tópicos de la actividad, bilingüismo, innovación tecnológica y cultural que favorezca los saberes locales ya sea en artesanías, gastronomía, emprendimientos artísticos, moda, joyería, entre otros.
No sobra comentar también que la tradicional oferta de montaña o de playa o ríos o sabanas, si bien siguen siendo capitales en la manera de tener programas turísticos que como hemos dicho también pueden ser sostenibles si tienen la integración armónica entre lo económico, social y ambiental, las tendencias actuales están dinamizando la oferta turística bajo otras ópticas, tales como el agroturismo, turismo de naturaleza, turismo cultural y educativo, inmersión en las comunidades, el arte y la cultura a través de la danza, la poesía, la pintura, la escultura, entre otras variantes.
Como todo proceso presenta retos y desafíos que son indispensables para hacer la transición de un turismo convencional a uno sostenible. Esto se refleja en que hay que hacer inversiones importantes para iniciar los cambios en la infraestructura y un plan masivo e integrador, desde la capacitación para apropiar una cultura de servicio y de sostenibilidad en toda la cadena de valor. Igualmente compartir responsabilidades y beneficios entre todos es esencial; no tiene sentido que solamente una parte de la comunidad se vea favorecida y otra por el contrario, eventualmente, sufra de los impactos negativos. La exigencia es buscar la equidad y la promoción de toda una serie de actividades que mejores las condiciones de vida de la población en general. De hecho los empleos verdes, desde el cuidado de los ecosistemas, senderismo, guías ambientales, jardinería, por mencionar algunos y sociales, como las actividades culturales, ofertas cercanas en los barrios de las localidades, guías de saber local, entre otros, son alternativas para lograr este propósito.
Es importante la coherencia en el ofrecimiento de acciones de sostenibilidad por parte de los empresarios y la comunidad. Caer en simples manifestaciones ambientales y sociales como eje de atracción sin real compromiso y puesta en escena auténtica, solamente trae frustración y una profunda decepción. Por lo tanto, el reto es saber diferenciar muy bien y la información debe ser clara y fidedigna.
Teniendo en cuenta que el turismo tiene la particularidad de tener picos de actividad, es fundamental que las comunidades cuenten con toda una estructura de ahorro para soportar los meses del año donde no haya mucha afluencia de turistas y tener la disponibilidad y la capacidad de adecuarse para atender la demanda en épocas de mayor flujo, tales como las vacaciones, festividades religiosas y civiles, carnavales, eventos deportivos y culturales, entre otros. Es decir, es un sector de alta competencia y exige un tratamiento especial por parte del empresariado.
Como conclusión esencial, el turismo sostenible parte de un compromiso integral de todos los actores sociales. No es una barrera de entrada sino una puerta de oportunidades para que nuestra región sea conocida desde lo bueno, de sus ventajas naturales y la calidez de su gente, en un ambiente seguro y amable.
¡Manos a la obra!
Mauricio López
Director Ejecutivo, Pacto Global Red Colombia
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